1985: Liga Italiana de Fútbol:
FIORENTINA 0
NÁPOLI 1
LO RELEVANTE: Los argentinos
Daniel Passarella y
Diego Maradona jugaron frente a frente por 1° vez luego del famoso altercado por la capitanía de la Selección Argentina.
DIJO MARADONA;Para que nadie invente giladas, lo cuento todo:
Con Passarella nos habíamos peleado en la concentración del América de México, en el Distrito Federal, donde vivíamos en la Copa del Mundo del 86. La historia fue así... Yo llegué quince minutos tarde a una reunión junto con los... rebeldes. Eso éramos, según Passarella, Pasculli, Batista, Islas... ¡Quince minutos tarde llegamos! Y entonces nos comimos un discurso de Passarella, con el estilo de él, bien dictador: que cómo el capitán iba a llegar tarde, que esto, que lo otro. Lo dejé hablar, lo dejé hablar... "¿Terminaste?", le pregunté. "Bueno, entonces vamos a hablar de vos, ahora", le dije. Y conté, delante del plantel completito, todo lo que era él, todo lo que había hecho él, todo lo que yo sabía de él. Y se armó el lío grande, ¡grande, grande! Porque en aquella Selección, hay que decirlo, había dos grupos. Por un lado, los que apoyaban a Passarella. Su banda. Ahí estaban Valdano, Bochini, varios.
Passarella les había llenado la cabeza y por eso decían que nosotros habíamos llegado tarde porque estábamos tomando falopa, y que esto, y que lo otro... pero, más que nada, por supuesto, eso de que estábamos tomando falopa y ésos éramos nosotros, mi grupo. Entonces yo le dije: -Está bien, Passarella, yo asumo que tomo, está bien... Alrededor, un silencio tremendo. Yo seguí: -Pero acá hay otra cosa: no estuve tomando en este caso... No en este caso, ¡mirá vos! Y, además, vos estás mandando al frente a otra gente, a los pibes que estaban conmigo... ¡Y los pibes no tienen nada que ver! ¿Entendiste, buchón? La única verdad es que Passarella estaba queriendo ganarse al grupo de esa manera, sembrando cizaña, inventando cosas, metiendo palos en la rueda. Quería ganárselo desde que había perdido la capitanía y el liderazgo; lo tenía atragantado, lo tenía acá. Porque él fue un buen capitán, sí, y yo siempre lo dije. Pero yo mismo lo desplacé: el gran capitán, el verdadero gran capitán, fui, soy y seré yo. Después de eso, cada vez que podía, él me jugaba feo, muy feo. Lo agarró a Valdano, un tipo muy inteligente, a quien todo el mundo escuchaba, incluido yo, que era capaz de estar cuatro horas con él sin poder meter un bocadillo, y le metió en la cabeza que yo estaba llevando a todos a la droga. Entonces me planté, en el medio de esa reunión, y en nombre de mis compañeros y en nombre mío, por supuesto, le grité a Passarella:-¡Acá nadie toma, viejo! Y lo juro por mis hijas que no tomamos, que en México no tomamos.
Pero como estábamos sacando los trapitos al sol, se me ocurrió hacerla completa:-A ver, ya que estamos... Estos dos mil pesos de teléfono que tenemos que pagar entre todos, porque nadie se hace cargo, ¿por llamadas de quién son? Nadie saltó, nadie contestó, alguno miró el piso... No volaba una mosca. Lo que no sabía Passarella es que por aquellos tiempos, en 1986, parece que hace un siglo ya, las cuentas telefónicas en México tenían detalle: en la factura venían los números, uno por uno... Y el número era el de él, ¡hijo de puta! Ganaba dos millones de dólares y se hacía el boludo por dos mil. Eso sí que es tomarle la leche al gato. Yo prefiero ser adicto, por doloroso que esto sea, a ventajero o mal amigo. Esto de mal amigo lo digo por la historia que terminó de alejarme de él y terminó también de formar la verdadera imagen de Passarella para los demás: cuando él estaba en Europa, todo el mundo comentaba que se escapaba a Mónaco para verse con la esposa de un compañero, de un jugador del Seleccionado argentino... ¡Eso hacía y después lo contaba en el vestuario de la Fiorentina, como una hazaña! (...) Allá fuimos, y en la reunión, con Passarella presente, conté todo lo que sabía de él y se hizo un silencio profundo... Hasta que saltó Valdano:-¡Vos sos una mierda! -le gritó al Kaiser. Ahí se rompió todo. Ahí le agarró la diarrea, el mal de Moctezuma, cuando la realidad era que todos meábamos por el culo. Ahí le dio el tirón, ésta es la verdadera historia.(...) El sabe muy bien que no es quién para venir a decirme a mí nada de la droga. Porque si vamos a hablar de eso, tendremos que remontarnos a un proceso muy largo y muy viejo en el fútbol argentino, de una época en la que él jugaba y yo no, de una Copa Libertadores que yo nunca jugué y él sí, varias veces... ¿Y soy el único drogadicto, yo? Una vez, Menem me invitó a conversar de este tema con Passarella. Una reunión para charlar de todo, y también de la droga. "Cuando quiera, Presidente, cuando quiera", le dije. Pero Passarella nunca apareció, parece que no se animó. Para que quede clarito, esto: Passarella, si vos no querés que te ensucien, no ensuciés; si yo conocí la droga en el fútbol, fue por vos, ¡fue por vos! Entonces, claro: "De Maradona no hablo". Porque si él habla y yo contesto, se pudre todo.
Del libro
"Yo soy el Diego"